LOPPA

De vuelta a casa en Honningsvag tenia pendiente unos días de trabajo y también la posibilidad de escaparme otra vez. Era mi segundo plan del otoño y podía disponer de una semana, no mas.

La previsión meteorológica anunciaba una inusual ventana de sol de 5 dias seguidos en el condado de Loppa.

Avise a mi amigo Carlos, que vive hace 15 años en Ivalo (Finlandia) y le conte mi plan. Carlos y yo hemos hecho juntos varias rutas. Le propuse ir al condado de loppa que tiene varios glaciares, entre ellos el Oksfjorbreen con casi 50 km2 y que es una rareza a esa latitud. No son frecuentes los glaciares en el norte de noruega y solo en este condado hay 3 y varias lenguas glaciares medio escondidas.

Con ayuda de un packraft y caminando podríamos dar una vuelta muy bonita alrededor del condado. Usariamos un ferry desde Oksfjord para cruzar el fjordo principal y llegar al punto de inicio. De regreso había que tomar otro barco desde un pueblo minúsculo, uno de esos lugares verdaderamente remotos del Finnmark. La ruta aunque cortita era muy pintona y teníamos cinco días de sol prometidos, que mas se puede pedir.

Con ayuda de un packraft y caminando podríamos dar una vuelta muy bonita alrededor del condado de Loppa

Km
Kilómetros recorridos
Km
Kilómetros navegados
Campamentos establecidos
Días de travesía

Mapa de la travesía.

Nos citamos en la ciudad de Alta, allí dejo Carlos su coche y seguimos con mi furgo hasta Oksfjord. Dejamos el coche en el parking y embarcamos en el ferry de las 19.00 hasta la otra orilla del fiordo donde buscamos un lugar para acampar con idea de comenzar la ruta al dia siguiente. Era noche cerrada a las 20:00 cuando pusimos la tienda y aun estábamos clavando vientos cuando unas auroras enormes y potentísimas iluminaban con fuerza la noche. Pasamos por lo menos un par de horas viendo auroras hasta que decidimos dormir.

El plan de viaje que teníamos por delante era sencillo; navegar alrededor del glaciar siguiendo las aguas del fiordo. En la parte mas estrecho del fiordo el agua estaba quieta, pero en cuanto doblamos el cabo y salimos a la parte ancha del fiordo, las olas y el viento en contra frenaron nuestro avance. Deshinchamos los botes y caminamos por la orilla, nada fácil debido a la espesa vegetacion y los continuos sube bajas.

Loppa
Loppa

Carlos y yo nos separamos mas de lo previsto y harto de golpearme con las ramas en brazos y cara decidi hinchar de nuevo el packraft y volver al mar

No había comenzado a remar cuando oigo a Carlos llamándome a gritos y advirtiéndome que había pinchado. Había pinchado el packraft en alguna de las ramas del bosque. Como llevo un buen kit de reparaciones, arreglarlo fue tan sencillo como ponerse una tirita. Nos echamos al mar de nuevo y sin viento ni olas avanzamos tranquilamente en paralelo al glaciar en una tarde soleada y fresca.

Para seguir la ruta que había pintado debíamos cruzar de un fiordo a otro a lo largo de un valle de unos 10 km por terreno que prometia dificultades para lonchas, a veces me olvido que es un perro. Acampamos no muy lejos de la orilla en una zona medio pantanosa que estaba dura y congelada.

Como siempre vamos tan ligeros, tenía mis dudas de cuanto frio íbamos a pasar esa noche asi que nos metimos en los sacos completamente vestidos. No se Cuanto frio hizo, no lo se porque no llevamos termómetro, pero anduvimos mas cerca de -10 que de -5, aun asi no pasamos frio y dormimos relativamente comodos.

En esta época del año todavía hay bastantes horas de luz, pero el sol no alcanza a calentar los valles hasta muy entrado el dia, por eso no se puedo uno quedar hasta que el sol le ilumine la tienda.

Loppa
Loppa

Levantamos campamento y empezamos a subir monte arriba, yo deseaba que la vieja morrena no fuera una muralla intransitable para lonchas. Pero lo fue, las enormes rocas de varios metros cortaban a menudo el paso y aunque nosotros podíamos caminar y escalar, para lonchas era realmente imposible. Uno empujando por el culo y otro por la cabeza, pobre lonchas, fuimos aupando a lonchas y logramos superar los tramos mas delicados hasta lo alto del paso, donde el sol ya pegaba con fuerza.

Arriba a orillas de un regato que caia del cercano glaciar Oksfjordjokelen paramos un rato a comer y beber, aun quedaban cientos de metros de remontar por neveros, pero en comparación con la morrena parecía facil.

Desde lo mas alto del paso la vista del fiordo era impresionante, a un costado teníamos el glaciar y solo quedaba bajar una pedrera que se anunciaba infinitamente mas fácil que la morrena de subida. Lonchas bajo sin dificultad y sin alforjas, me las eche yo al lomo. Nosotros cargados como mulas y con el freno de mano puesto.

A orillas del mar con las ultimas luces de la tarde pusimos la tienda. No hubimos estirado el saco que ya estaban otra vez las auroras danzando con fuerza en el cielo. Otra noche hasta las tantas haciendo fotos y mudos bajo el cielo.

Navegamos al dia siguiente el mejor dia de todos, tal como se esperaba y con los reflejos del glaciar en un mar que parecía un espejo.

Terminamos de remar ese precioso fiordo y llegamos hasta la entrada de otro valle que no era mas que un prado sin apenas desnivel entre montañas

Otra noche hasta las tantas haciendo fotos y mudos bajo el cielo.

Loppa
Loppa
Loppa

Desde el mar caminamos un par de km hasta un lago verde turquesa y allí volvimos a navegar un rato hasta el lugar donde decidimos acampar. Aun quedaban un par de horas de luz y decidi subir para echar un vistazo a un brazo glaciar con idea de una futura travesia invernal por la zona. No defraudo la excursión de prospección y esa noche soñe con viajes nuevos.

Debíamos avanzar al dia siguiente hasta otro glaciar situado al oeste. Queríamos llegar hasta un lugar que en el mapa se anunciaba como una construcción, pero no estaba seguro que fuera un refugio. Ese día caminamos todo el dia sin dificultad hasta ese punto en el mapa

El glaciar Langfjordjokelen que íbamos buscando apareció en el horizonte y también unos bonitos lagos que yo tenia previsto navegar, pero no pudo ser, soplaba demasiado viento y tuvimos que conformarnos con caminar por sus orillas.

Con ese viento estaba seguro que no podría ni montar mi tienda minimalista y rezaba para que ese punto en el mapa fuera un refugio…

A lo lejos vimos una cabaña verde que era claramente un refugio, pero ahora mis plegarias eran para que estuviera abierto. Deje que Carlos avanzara primero hasta ella y yo me quede conteniendo el aliento hasta que con un grito de jubilo vi como abria la puerta.

El interior era realmente pequeño pero muy acogedor. Estaba abarrotado de comida, tenia una pequeña cocina, gas a tutiplén, una estufa y ventana con vistas al lago. Por tener, tenia hasta dos sacos de dormir nuevos a estrenar debajo de las camas. Era un verdadero oasis

Loppa

Decidimos dejar las cosas, comer algo e irnos a ver y tocar el glaciar que estaba a la vuelta del valle. Eso hicimos.

Esa noche rugio el viento con tal fuerza que movia la cabaña. Pasamos un tiempo hablando de la suerte que había sido dar con ese refugio y lo bien que lo estábamos pasando

En ese lugar teníamos algo de cobertura gracias a lo cual pudimos encontrar la pagina de los ferrys y horarios. Había uno al dia siguiente desde el pueblo donde queríamos terminar y además a mediodía, perfecto. No todos los dias hay barco, pero teniamos justo uno al dia siguiente

Al dia siguiente Caminamos hasta ese pueblo llamado langfjordham. Junto a los lagos todavía soplaba bastante viento, asi que de remar por allí nada de nada. Llegamos a un mirador desde donde podíamos ver todo el fiordo y las 30 casas contadas del pueblo. Era una vista realmente espectacular. Desde lo alto de ese valle se veía el glaciar, montanas, lagos glaciares azulados y un estrecho y largo fiordo donde aun se esconde otro glaciar y que llegamos a ver desde el ferry y que será la excusa que no necesito para volver.

Bajamos en paralelo a una cascada hasta el pueblo junto al mar. La escuela era un edificio abandonado y el correo una casa vacia donde solo quedaba el logo a medio clavar.

La vecina tailandesa que embarco con nosotros me dijo que las compras y todo lo demás había que hacerlo en el siguiente pueblo, distante apenas 10 km de donde estábamos pero que a bordo del potente catamarán eran solo unos minutos.

En estos remotos pueblos del Finnmark las pocas mujeres jóvenes que te encuentras suelen ser thailandesas. Imaginar como han llegado hasta aquí me da pena. Por pudor y respeto no me atrevo a hacer muchas preguntas. En mi pueblo viven varias, aparentemente no veo que sean infelices, pero viendo a sus maridos, no se yo si me haría muy feliz la idea. Amor lo que se dice amor no se ve mucho.

Desde el ferry las vistas eran impresionantes. Dos lenguas glaciares aparecieron azules escondidas en el valle y otro glaciar mas al norte se dejo ver tambien. Ah! Loppa, loppa, que descubrimiento de lugar.

Volveremos.

Galería de fotos

Loppa. Septiembre  2017 Loppa. Septiembre  2017 Loppa. Septiembre  2017 Loppa. Septiembre  2017 Loppa. Septiembre  2017 Loppa. Septiembre  2017 Loppa. Septiembre  2017 Loppa. Septiembre  2017 Loppa. Septiembre  2017 Loppa. Septiembre  2017 Loppa. Septiembre  2017 Loppa. Septiembre  2017 Loppa. Septiembre  2017 Loppa. Septiembre  2017 Loppa. Septiembre  2017 Loppa. Septiembre  2017 Loppa. Septiembre  2017 Loppa. Septiembre  2017 Loppa. Septiembre  2017 Loppa. Septiembre  2017 Loppa. Septiembre  2017 Loppa. Septiembre  2017 Loppa. Septiembre  2017 Loppa. Septiembre  2017 Loppa. Septiembre  2017 Loppa. Septiembre  2017 Loppa. Septiembre  2017 Loppa. Septiembre  2017 Loppa. Septiembre  2017 Loppa. Septiembre  2017 Loppa. Septiembre  2017 Loppa. Septiembre  2017 Loppa. Septiembre  2017 Loppa. Septiembre  2017 Loppa. Septiembre  2017 Loppa. Septiembre  2017 Loppa. Septiembre  2017 Loppa. Septiembre  2017 Loppa. Septiembre  2017 Loppa. Septiembre  2017 Loppa. Septiembre  2017 Loppa. Septiembre  2017 Loppa. Septiembre  2017 Loppa. Septiembre  2017 Loppa. Septiembre  2017 Loppa. Septiembre  2017 Loppa. Septiembre  2017